lunes, 4 de julio de 2011

En la piscina, vacaciones de verano

Cojo aire, lleno mis pulmones a más no poder. En un momento dado, me sumerjo en un mundo acuático en miniatura. Abro los ojos al instante, veo. Sí, veo. No por nada, simplemente llevo puestas mis gafas de piscina. Esas gafas de colores del Decathlon (las mías son lilas). Aquí dentro todo es azul. No hay aire, solo lo que me queda en los pulmones. Lo demás es agua. Pero no hay algas, no hay peces, no hay nada. Solo yo. No se oye ningún sonido, me he sumergido en el silencio. Me he sumergido y no subiré hasta agstar todo el aire que me queda en los pulmones. Me relajo.
Mi pelo flota, se mueve lentamente de un lado para el otro, forma diferentes figuras irregulares con las que jugueteo un poco. Éste parece cambiar de color bajo el agua, se vuelve más rojizo. Quizás son solo imaginaciones mías, quizás no es más que una ilusión óptica, quizás... pero yo me siento como las barbies de hoy en día que si las sumerges, su pelo se tiñe de rosa. 
Decido moverme. Me impulso con mis pies apoyándolos por unos segundos en la azul pared, toda llena de minúsculos cuadraditos que limitan mi espacio para nadar. Me sumerjo todo lo que puedo nadando a la máxima velocidad posible, rozando con todo mi cuerpo el submarino suelo. Avanzo. Dejo ir algo de aire, lo necesito. Ese aire se convierte en microscópicas burbujas que se tambalean subiendo rápidamente hasta llegar a la superficie. La superficie, de hay vengo yo. Ahí volveré cuando mis pulmones no puedan aguantar más. Pero por ahora continúo nadando. Continúo aguantando la respiración todo lo que puedo, continúo avanzando hacia delante. 
De repente, una sensación se apodera de mí. Es dolorosa. Me da la sensación de que mis pulmones van a reventar, parece que vayan a explotar. Me estoy quedando sin aire. Tendré que subir otra vez arriba, acompañada  por un millón de burbujas. Tendré que subir de nuevo, si quiero volver a bajar. Así lo hago. Subo, muy rápido, moviendo mis pies aceleradamente de un lado para el otro. Ya estoy a punto de llegar. LLego. La superficie. 
Respiro levemente, recuperó las fuerzas que he perdido hasta calmarme y entonces....
Cojo aire, lleno mis pulmones a más no poder y entonces, de nuevo,  me sumerjo en un mundo acuático en miniatura. 

1 comentario:

  1. Precioso, me he kedado... es una pasada, porque es tuyo ¿no? parece de una profesional.

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