♣♦ Relatos ♠♥

"Por que todo el mundo necesita un ángel" 
(Concurso de relatos cortos jóvenes talentos Coca Cola Abril 2011)

El cielo estaba oscuro, ya había anochecido. Sophie estaba estirada en su cama, tapándose la pálida cara. En el silencio solo se escuchaba el leve sonido de la segundera marcando el compás de las eternas horas de agonía. En un momento inesperado, y rompiendo el silencio, la puerta del piso de abajo se abrió con un fuerte estrépito. El corazón de la chica empezó a latir aceleradamente cada vez con más fuerza al oír los sonoros pasos de su padre subiendo las escaleras. Eran irregulares, con lo cual, la chica adivinó que estaba borracho.
La tenue luz de su habitación se encendió y una sombra corpulenta se acercó a ella y la empezó a golpear una y otra vez. En la cara, en los brazos... La pobre Sophie se quedó destrozada, de nuevo:
Antes, sus padres se querían mucho y un día, Jane se quedó embarazada.  David y ella esperaban ansiosos la llegada del futuro miembro de la familia. LLegó el día esperado; pero lamentablemente Jane era muy joven y murió pocos minutos después de dar a luz. Murió dejando solo a David con una hija que ahora dependía totalmente de él.
La muerte de su mujer lo destrozó  moralmente. LLoró durante varias noches, no comía ni dormía y durante varias semanas no se levantó de la cama; apenas tenía tiempo de estar con su hija. Y así fue como empezó a beber. Simplemente quería olvidar. Olvidar.
La trágica noticia fue que poco a poco fue a más, hasta tal punto en que Sophie salía perjudicada.
Ella no tenía amigos, ya que David se negó rotundamente a llevarla a la escuela, pero sí tenía un ángel que la quería y la escuchaba, pero nunca se dejaba ver pues, como el resto de sus inmateriales compañeros, lo tenía prohibido. Para ella era su mejor mejor amigo y soñaba con conocerlo en persona. A él y a su madre. Era su único deseo.
Una noche, no muy lejana a la anteriormente dicha, su padre regresó del bar más tarde de lo habitual. Sophie estaba de nuevo en su cama, muerta de miedo. Quería dormir, pero sabía que ese rato de paz no duraría mucho pues el despertar no sería muy agradable. Sus párpados pesaban cada vez más pero ella, con fuerza, intentaba mantener los ojos abiertos. De golpe, la puerta se abrió ruidosamente.
-Dame fuerza...-le susurró con un hilo de voz a su invisible e eterno amigo. Los pasos de su padre subían rápidamente las escaleras tirando al suelo los jarrones de las estanterías, rompiendo las fotos de cristal de su añorada esposa y derrumbando al suelo los cuadros que tanto tiempo le habían observado desde la lisa y blanquecina pared recordándole todas las tardes en que Jane había estado sentada delante del patrón inundándolo de paisajes, retratos o figuras abstractas sin más. La culpa de su pérdida la tenía Sophie, solo Sophie. Ella hizo que se fuera, ella debía pagar por sus actos. Ella fue el motivo de que Jane no volviera nunca más.
El sonido de esos acelerados pasos iban al compás con sus aceleradas palpitaciones. Su corazón dio un vuelco al ver la misma sombra corpulenta  y maldita de todas la noches reflejada en las desgastadas paredes de su cuarto. Se acercó a ella y la retiró bruscamente de la cama tirándola al frío suelo de siempre que no tardó en teñirse de rojo. Sophie sangraba a más no poder y los moratones se apoderaron de su cuerpo a una velocidad exagerada. Su padre la pegabainconscientemente una vez, y otra más. Pero a pesar de todo, ella no se quejaba. Permanecía en silencio, ahogando el llanto y suspirando en vez de gritar. Ella era valiente, de eso no había duda. David le agarraba del cabello y se lo estiraba bruscamente en todas las direcciones provocándole agudos pinchazos en su diminuta cabeza. Mientras él sacudía su cabeza y la pegaba con el cinturón de cuero en la espalda, Sophie intentó dormir. Sus párpados pesaban cada vez más y esta vez no intentó impedir que sus ojos se cerrasen por primera y última vez.
En ese momento, todo sucedió muy deprisa. Su cuerpo fue invadido por una felicidad y una paz inmensa. No se preocupaba por nada, no temía a nada y los más importante era que se sentía como en casa. Fue entonces cuando se dio cuenta de que ya no estaba en su habitación, ni siquiera en la Tierra. Ahora estaba mucho más lejos. 
En mitad de la nada vio una alta y hermosa mujer, que en cierto sentido le recordaba mucho a ella. Le sonreía cariñosamente y le tendía la mano. Ella fue corriendo a agarrarsela. 
-Hola mamá. -fueron sus últimas palabras. Sonrió alegremente y miró hacia donde señalaba su difunta madre. Un paraíso blanco lleno de luz y esplendor. Se respiraba felicidad, casi podías tocarla. Y allí estaba él, en medio de esa nada del más allá, había un ser alado de edad incalculable y belleza extraordinaria. Su deseo se había cumplido.
Y, por muy raro que pareciera, le echaba de menos. Añoraba a su padre: quería que estuviera con ella y con su madre; pues sabía que, a su modo, él también la echaba de menos. Lo buscó desde lo alto, y lo vio. Ya no le daba miedo, incluso sentía pena por él, pues se dio cuenta de que él no tenía un ángel. Y decidió bajar a su lado, para cuidarle y guiarle hasta que por fín, algún día se fuera con ellos y pudieran vivir felizmente todos juntos.

1 comentario:

  1. Ganaste?? Por que si no ganaste, es una injusticia, me cuesta creer que lo escribieras tu, con ese vocabulario tan pulido y rico, con una historia con muchos mensajes... Deverdad, yo no se si lo hago bien, pero te pongo un 10 sobrado!!! de veras, esta genial. :)

    Sumy (marta)

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